dijous, de novembre 23, 2006

Hoy se presentarán enmiendas a la Ley del Suelo.



Hoy en el congreso los diferentes partidos políticos van a presentar una serie de enmiendas a la Ley del Suelo, del año 1998 (cuando gobernaba el PP).
IU va a presentar 70 enmiendas, en las que se exigen más garantías para las VPO y un mayor control en las acciones urbanísticas para impedir la especulación. Este control deberá ser ejercido por las mismas comunidades autónomas, evitando así una política centralizadora.
BNG y CiU dirigen sus enmiendas a la totalidad de la ley precisamente a este carácter centralizador de la Ley del Suelo vigente.
Por su parte, el PSOE basa sus enmiendas en la necesidad de frenar las prácticas especulativas, especialmente en las recalificaciones del suelo y en los convenios urbanísticos, pero siempre desde una postura poco arriesgada, debido al miedo a abarcar cometencias que realmente sean autonómicas. Así, afirman, en su enmienda más importante, la necesidad de elaborar un Plan General de Ordenación Urbana siempre que se presente una actuación urbanística que suponga un incremento superior al 20% de la superficie del suelo urbanizado del municipio o de la población. Mostramos las principales enmiendas presentadas por el grupo socialista:

- "Evitar los grandes desarrollos urbanísticos por la puerta trasera". Artículo 15 del proyecto de ley. "La nueva ordenación del municipio o revisión será necesaria cuando la actuación conlleve, por sí misma o en unión de las aprobadas en los dos últimos años, un incremento superior al 20% de la población o de la superficie de suelo urbanizado del municipio o ámbito territorial".
- Garantizar la existencia de servicios en los nuevos desarrollos. Artículo 10: "Atender, en la ordenación que hagan de los usos del suelo, a los principios de accesibilidad universal, de igualdad de trato y de oportunidades entre mujeres y hombres, de movilidad, de eficiencia energética, de garantía de suministro de agua, de prevención de riesgos naturales y de accidentes graves, de prevención y protección contra la contaminación y limitación de sus consecuencias para la salud o el medio ambiente".
- Tutela de la Administración central. "Disposición adicional octava. La Administración General del Estado participará en los procedimientos de ordenación territorial y urbanística en la forma que determine la legislación en la materia. Cuando así lo prevea esta legislación, podrán participar representantes de la Administración General del Estado en los órganos colegiados de carácter supramunicipal que tengan atribuidas competencias de aprobación de instrumentos de ordenación territorial y urbanística".

¿Realmente son útiles para nosotros estas enmiendas, o sólo para ellos, para lavarse la cara ante la protesta ciudadana frente a la corrupción urbanística que se está destapando en todo el estado? Las medidas que exige el PSOE son ciertamente discretas, así como poco descentralizadoras, lo cual, viendo cómo actúan los gobiernos autonómicos, tal vez incluso sea bueno para el pueblo, pero entonces, ¿por qué les llaman autonómicos? Ese concepto debería implicar que tienen capacidad para gobernarse a sí mismos, que no necesitan la vigilancia de un tutor realmente autónomo.
Por otro lado la discreción y lentitud en los pasos de los políticos son debidas al juego en el que todos participamos, que ha salpicado no sólo a nuestra opinión, nuestra actitud política y nuestra visión social, sino también a nuestro lenguaje: hablamos de partidos que "ganan" y "pierden" las elecciones, como si gobernar fuera un premio para un político, un trofeo en sus manos, y no un deber. Hemos asumido que un político actúa para ser elegido y no para que su país mejore; para obtener poder, y no responsabilidades. Y lo más grave del asunto es que nos parece bien, normal, lógico, habitual... ¡Sería de tontos proponer cambios drásticos, aunque fueran buenos, pues quien lo hiciera perdería votantes! Habría que hacer esto, pero el presidente del Gobierno no puede, pues perdería las elecciones... ¿Quién no ha pensado esto alguna vez? Las campañas electorales son pura publicidad y todos nosotros lo sabemos y lo asumimos hasta el punto de que no nos duele la conciencia ni sentimos una punzada en el estómago al ver que hasta nuestros votos están cosificados y quienes tienen que dirigir el territorio en que vivimos se venden por ellos. Por eso, el PSOE no va a presentar unas enmiendas que solucionen el problema de la especulación urbanística, sino que se conforman con que creamos que siguen fieles a algo que algunos creen que mueven las leyes: sus ideales. Es deprimente, ¿verdad? Es triste ver que la política no sólo es un juego, un espectáculo, un negocio, sino que además, es un pez que se muerde la cola. ¿Qué pasará cuando un político ingenuo, atrevido, proponga innovar porque crea que es necesario un gran cambio? Nada, no pasará nada, pasará inadvertido, ante las miradas de los políticos veteranos, curtidos, expertos, que pensarán "pobre inexperto, qué inocente inconformista...". Me conformaría con que alguno de estos expertos políticos tuviera envidia de la libertad con la que se hubiera atrevido a actuar el inocente inconformista.
Ante la estabilidad y el arraigo de este juego, no me extraña que los grandes cambios políticos estén siempre rodeados de revoluciones, catástrofes y barbarie. ¿Por qué tanto miedo?